
Caso de estudio. ¿Cómo nos ven los alumnos de prestigiosas universidades extranjeras que visitan la Argentina?
Son extranjeros y profesionales exitosos. La mayoría ocupa cargos directivos en grandes compañías del mundo. Para completar su formación, decidieron realizar un MBA (Master of Business Administ...
Son extranjeros y profesionales exitosos. La mayoría ocupa cargos directivos en grandes compañías del mundo. Para completar su formación, decidieron realizar un MBA (Master of Business Administration) en las más prestigiosas universidades de los Estados Unidos. Aunque su modelo exitoso de negocio dista bastante de la realidad que ofrece la Argentina, parte de sus programas académicos incluyen una visita a nuestro país. ¿El objetivo? Conocer los desafíos de hacer negocios en un contexto de alta incertidumbre.
Vienen grupos de alrededor de 30 estudiantes y se instalan durante una semana en lujosos hoteles de la ciudad de Buenos Aires. Tienen una agenda ajustada que combina actividades culturales, recreativas y académicas. Desde visitas a estadios de fútbol, clases de tango, acciones sociales en barrios vulnerables hasta reuniones con emprendedores destacados como Mateo Salvatto, especialistas locales y representantes de empresas nacionales como Mercado Libre, Globant, IRSA, Draper Cygnus y River.
“Los estudiantes llegan acá y dan por sentada una realidad, piensan que las cosas funcionan de una manera y después se encuentran con algo completamente diferente. Les llama la atención y a la vez, los apasiona”, cuenta Sofia Guardone, Global Program Manager de Austral Group, la empresa que se dedica desde hace más de una década a traer estudiantes de las universidades de London Business School, Stanford, Wharton, Rice, Darden, UCLA y Harvard al país.
“Recibimos muchas universidades norteamericanas y algunas europeas. También ahora se están sumando varias asiáticas. Operamos en toda la región, pero los destinos más elegidos son Brasil y Argentina”, añade.
Alumnos de la Escuela de Administración Anderson de UCLATan solo unos días después del intento fallido de asesinato de la vicepresidenta Cristina Kirchner, un grupo de 35 estudiantes del Executive MBA de la escuela de posgrado en negocios de la Universidad de California aterrizaba en Ezeiza. “Me preocupé. Si el problema escalaba más, probablemente íbamos a tener que cancelar el programa”, dice Andrés Terech (51), profesor de UCLA Anderson School of Management.
A una de sus alumnas, la noticia la sorprendió en El Chaltén. “No tuve miedo, sé que en estos casos los medios tienden a exagerar. He viajado mucho y estuve en varias situaciones donde hubo protestas sociales, incluso sucede en los Estados Unidos, pero seguimos con nuestras vidas. Tal vez no sea bueno, pero te acostumbrás a vivir con eso”, cuenta Cory López (34), Senior Director Marketing Communications en Future Meat Technologies, amante del senderismo que había decidido viajar una semana antes que el resto de sus compañeros para recorrer la Patagonia.
En cambio, lo que sí sobresaltó a López fue el momento en que convirtió sus mil dólares que llevaba en el bolsillo de su pantalón en moneda nacional: “Fue una situación tan extraña... Les dí 10 billetes y me dieron una bolsa de plástico llena de dinero. ¡Una locura! ¡¿Dónde guardo todo esto?! ¿Es ilegal? fue lo primero que pensé”, cuenta entre risas.
A su lado, Rachael Gruhskin Solleberger (37), Senior Director, Digital Operations en FOX Sports, asiente. “Antes de venir, nos advirtieron sobre los distintos valores del dólar, pero recién al llegar aquí lo entendimos con claridad. ¡Tanta diferencia! Al mismo tiempo, a pesar de estar en una realidad económica muy complicada, sorprende ver que los argentinos llevan una vida social superactiva, con restaurantes y bares atestados de gente”, agrega.
Durante su estadía, los estudiantes se instalaron en un exclusivo hotel de Puerto Madero, recorrieron los distintos barrios de la ciudad y disfrutaron de una oferta gastronómica y cultural variada. “Sabía algo de Argentina porque soy amante del futbol y Pablo Aimar es mi jugador favorito. Pero nunca me imaginé que Buenos Aires era tan grande. Soy de Bombay y en cierta forma, creo que es una ciudad parecida. La noche porteña es muy vibrante y la gente tan sociable que, aunque no hablo español, siempre encontré personas dispuestas a ayudarme con una sonrisa”, dice Dhavak Dhayatkar (37), senior Director Marketing en Advanced Energy.
Pero no solo “la amabilidad” y “carisma” de los porteños es lo que resaltan los estudiantes. “La pasión de la gente en todo momento fue lo que más me sorprendió. En la cancha cuando fuimos a ver River-Barracas y luego en las reuniones que nos dieron los oradores de las empresas”, añade Jeffrey Yau (44) Global Head of Data Science and Analytics en Amazon Music.
Alumnos de la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de PensilvaniaUnos días después, los estudiantes de Filadelfia llegaron al país. Al igual que sus pares californianos tuvieron una percepción similar sobre el escenario argentino. “Antes de venir estaba al tanto de los problemas económicos, sociales y políticos que tenía la Argentina, pero creo que realmente comprendí la magnitud de la turbulencia al llegar acá”, reflexiona Prab S. Sekhon (35), Climate Strategy & CleanTech Investment.
“Al mal tiempo buena cara”, dice el refrán popular que se atribuye al padre fundador de los Estados Unidos Benjamin Franklin y que los argentinos, según los estudiantes, hacen uso (y abuso). “Es muy difícil para mí comprender el cambio de la moneda. El dólar blue, el oficial, el tarjeta.... no entiendo cómo pueden vivir con eso. Es admirable que a pesar del escenario de incertidumbre total a la gente no se la nota deprimida o sufriendo, por el contrario, buscan la manera de reinventarse a pesar de todo y eso me parece admirable. La capacidad de seguir hacia adelante y con buena cara”, dice Tatiana Folefak Nkuipou (37), Senior Consultant Complex Solutions de TELUSEl.
Distinta es la mirada de Israel Zighelboim (47), Chairman Obstetrics and Gynecology & Interim Cancer Center Director, un venezolano radicado hace más de dos décadas en los Estados Unidos. “Antes de venir al país nos asignaron unas lecturas sobre Argentina y pensaba que si cambiaba los nombres, las fechas, y reemplazaba agroindustria por industria petrolera es la misma historia. Son estos cambios extremos.... Aquí hay algo diferente que muy a mi pesar en Venezuela se perdió, que son el optimismo y las ganas de salir adelante, la capacidad de reinventarse. En Venezuela todo el talento se fue y acá aún creo que sigue, con la intención de un cambio”.
“El argentino es muy apasionado en todo lo que hace y eso se transmite”, concluye Linda Elkins (46), Head of Gore Innovation Center and New Business Development.
La inflación: “Una locura”En lo que va del año, la inflación argentina acumula un 56,4 por ciento. Según los especialistas, si el ritmo se mantiene, vaticinan para fin de año un índice de tres dígitos. Mientras tanto en los Estados Unidos una inflación anual del ocho por ciento marca un récord de los últimos 40 años.
“Cuando escuché que los argentinos tenían tamaña inflación fue shockeante, es algo que mi cabeza no puede terminar de entenderlo”, dice Dhayatkar.
“Me impresionó la historia de un taxista. Él me dijo que todos los días separa parte de los pesos que gana y los cambia a dólares, y que los guarda en su casa porque no confía en los bancos... y yo pensaba este señor además de trabajar debe sumarle la preocupación de hacer todo ese trámite para mantener el valor de su trabajo. ¡Una locura! Venir acá y ver la magnitud de la inflación y cómo afecta a la clase trabajadora me hizo entender que soy afortunada de vivir en un país donde la inflación es del ocho por ciento y que a mí realmente no me afecta”, agrega López.
“El problema de la inflación es que destruye el valor del dinero de la gente y el país parece no tener instrumentos para remediarlo. En los Estados Unidos un ocho por ciento de inflación no afecta demasiado, al menos no a la mayoría. En cambio, acá un 100 por ciento de inflación afecta a todos”, dice Yau.
El venezolano Zighelboim comenta entre risas: “La inflación que hay aquí para mí es un chiste, en Venezuela es del 3000 por ciento. Allá, llegó un momento que si no tenías una tarjeta de banco local, tenías que traer una carretilla de billetes para pagar en efectivo un café. Cuando la moneda perdió todo su valor, la economía se congeló”.
“No me sentiría cómodo haciendo negocios aquí”El profesor Terech explica que el objetivo del MBA de venir al país es darles a sus alumnos una visión global del mundo. “La idea es que comprendan los desafíos de hacer negocios en otros lugares, más allá del mercado americano, que es el que más se discute en clase”, dice.
“El programa está posicionado como ‘Haciendo negocios bajo incertidumbre’ y eso fue lo que me atrajo, porque en los últimos años el mundo está bajo mucha incertidumbre y quería aprender sobre eso, pero cuando llegué al país me di cuenta de que la magnitud de la incertidumbre es muchísimo mayor que la que puedo llegar a manejar... Definitivamente no me sentiría cómodo haciendo negocios aquí”, dice Dhayatkar.
Yau no comparte la postura de su compañero y piensa que “siempre es posible hacer negocios a pesar del contexto” aunque para él es fundamental, en el caso de la Argentina, “tener como socio a alguien que entienda bien la cultura del país, porque el riesgo es muy grande”.
“Es un lugar que está lleno de oportunidades por el capital humano y talento, pero al mismo tiempo hay que lidiar con la inestabilidad... Creo que la pregunta es qué tipo de negocios harías en la Argentina”, reflexiona Sekhon.
Los argentinos “deben ser realmente buenos empresarios”A pesar de la volatibilidad de la moneda, los altos costos impositivos, laborales y financieros, sumados a la falta de previsibilidad y proyección a futuro, los estudiantes rescatan el profesionalismo de los empresarios argentinos. “Los admiro por la capacidad de lograr que una empresa funcione sin poder planificar a largo plazo o con un panorama de tanta incertidumbre. Deben ser realmente buenos empresarios”, dice Yau.
“Nosotros estamos acostumbrados a trabajar con estrategias de negocios de tres a cinco años, pero acá planifican lo que va a pasar mañana. Viven el día a día y hacen sus estrategias así. La resiliencia de la gente es increíble”, destaca Gruhskin Sollegerger.
“Hablando con emprendedores, como Mateo Salvatto, vi la pasión con la que trabaja, que le permitió sortear esa incertidumbre. A mí no me daría la cabeza para eso, pero veo que hay gente que sí”, dice Dhayatkar.
“Hay mucho para aprender de los argentinos. Obvio que hay muchos errores, pero es increíble la capacidad para navegar en aguas turbulentas. Bueno, por eso vinimos, para entender”, dice Sekhon.
Para el profesor a cargo de los alumnos de Wharton, Exequiel Hernández (42), la resiliencia y el optimismo de los empresarios no son los únicos responsables del éxito de los negocios locales: “Soy uruguayo, vivo hace varios años en Filadelfia. También viví en la Argentina cinco años, por eso conozco bien al país. Una de las cosas que agregaría, que a mí me impresionó, es que en el país hay un gran capital humano para solucionar problemas. Vimos empresas como Mercado Libre, Globant o inversores que no solo están sonrientes y esperando, sino que hacen algo para solucionar los problemas, todo el tiempo están pensando y gestionando. Creo que hay que separar la Argentina como mercado y como fuente de recursos. Como fuente de recursos humanos y naturales, la Argentina es sumamente atractiva. Pero como mercado es complicado”.
“La política es el problema, porque los recursos están”Frente a la opinión unánime de los estudiantes sobre las grandes capacidades de los empresarios argentinos que chocan desde hace años con “un mercado complicado”, la pregunta fue obligada: ¿Cuál creen que es el problema?
“Fundamentalmente los problemas de los argentinos son políticos. Si tuviera una varita mágica, cambiaría la política, porque los recursos naturales y humanos los tienen”, opina Hernández. A su lado, Elkins concuerda, pero advierte: “Hay gente muy capaz, pero siempre eligen a los mismos políticos, por eso la pregunta sería: ¿Cómo se sale de ese círculo?”
“Hay muchas cosas que deberían cambiar, pero no creo que sea posible, porque son inherentes a los argentinos. De todas formas, por todo lo que han vivido, poseen la creatividad y el poder de reinventarse que son precisamente las características que los hace fuertes”, piensa Zighelboim.
En cambio a López, el antagonismo entre los empresarios argentinos y la situación económica del país le deja una reflexión: “En los últimos tiempos, me pregunté si debía quedarme o irme de los Estados Unidos, en especial cuando pasó el tema del aborto. Y vengo acá y veo gente tan talentosa comprometida con el país, que quieren aportar para un cambio y eso me da fuerzas. Me hace pensar que para ser parte del cambio tenés que comprometerte. Fue inspirador, porque veo que hay gente que podría tener posibilidades exitosas en cualquier lugar del mundo y sin embargo deciden quedarse acá”, concluye.