
por Luis "Luicho" Flores
Entre los días 2 y 5 de febrero se realizó la Fiesta de los Hermanos, en Uruguaiana, Brasil.
El origen de esta fiesta, en el campo de la familia Martins Bastos, fue hace muchos años, para celebrar los cumpleaños de los hermanos mellizos Francisco “Chico” y Claudio y su primo Angelo en los primeros días de febrero.
Esta reunión, en sus principios restringida al ámbito familiar y del personal del campo, derivó hace unos 9 años en una celebración internacional, de gentes ligadas a las tradiciones del gaucho.
Por la ubicación de su establecimiento de campo, muy cercana a las fronteras de Uruguay y Argentina y la comunión de tradiciones de la cultura gaucha de los tres países, esta Fiesta de los Hermanos se transformó en el ámbito ideal para compartir las más variadas formas de expresión cultural relacionadas con la tradición gauchesca.
Es así que, entre los representantes de Brasil, Uruguay y Argentina convocados, encontramos a hombres de campo y de a caballo, jinetes profesionales y aficionados, herreros, sogueros, pialadores y enlazadores, músicos, poetas, pintores, escritores, cultores de las tradiciones, hombres que han vivido y viven cuidando y transmitiendo los sentimientos y saberes de los antiguos hombres de campo.
Se viven tres días de estrecha fraternidad, con un sentimiento igualitario de respeto, con alegría y profundas emociones. Los fogones con música convocan a todos por igual, y tanto se escucha con atención a algún destacado “gaitero” (gaita = acordeón) o guitarrero, como a un aficionado, todos colaboran para favorecer la mejor expresión del otro en forma generosa, con el único interés de pasar un buen momento entre todos. Un regular quitarrero y cantor es acompañado por músicos super profesionales de gran prestigio y viceversa, todo para mejorar el lucimiento del otro sin egoísmos ni mezquindades. ¡Qué lindo sentir y ver estas cosas!
Al llegar la primera noche fuimos recibidos con un generoso asado para todos y se hicieron las presentaciones de los dueños de casa, los que cumplían años y sus hermanos, y de algunos visitantes destacados. Luego comenzó la música, brasileños, uruguayos y argentinos nos alternábamos y compartíamos la música que nos une y a través de la emoción engrandece el alma.
Al día siguiente de mañana ensillamos más de 130 caballos Criollos de tropilla de diferentes estancias de la familia Martins Bastos, todos lindos, mansos y cómodos para cualquier jinete. Después de una sencilla y emotiva ceremonia, formados en semicírculo se entregaron las banderas de Brasil, Uruguay y Argentina a hombres destacados de cada país. También acompañaron las banderas del Estado de Rio Grande do Sul y la de la Festa de Irmaos.
Durante la mañana llevamos la hacienda desde este campo hasta otro vecino en donde hicimos campamento y se llevaron a cabo las actividades hasta el final de la fiesta.
Un párrafo aparte merecen las muy antiguas instalaciones de corrales, hechos de piedra con paredes de unos 2 metros de altura con una base más ancha y en el borde superior de unos 80 cm muy bien conservados y completamente utilitarios hoy en día a pesar de estar hechos a mediados del siglo XIX, escenario inigualable donde se desarrollaron las actividades camperas.
Por la tarde se hizo una pialada de vaquillonas puerta afuera por equipos conformados con integrantes de los diferentes países y a continuación nos deslumbró una demostración, hecha por un múltiple campeón, de enlazar de a caballo sólo ambas orejas. Al ser mocha la hacienda (antes se hacía a las guampas) con una armada relativamente grande se hace el tiro a buena distancia de modo tal que la armada cae sobre la cabeza de la vaquillona (Brangus) quedando por debajo de las orejas y por encima de la línea de los ojos, luego se ciñe la armada y al ser las orejas relativamente largas por ser en parte índicas, se juntan por sobre la cabeza y a continuación quedan liberadas.
Por la noche fogón y música, en cada juntada aparecía alguien más que nos sorprendía con su sentimiento, su música y su estilo de hombre campero.
Al día siguiente hubo una segunda rueda de pialada de vaquillonas y por la tarde se montaron unos reservados por jinetes de los tres países con diferentes estilos de monta.
La noche de despedida fue también a toda música y en una sencilla y corta ceremonia se juntaron en una foto cuatro nietos que siguen la huella marcada por sus abuelos, hombres importantes para la tradición campera Chico Martins Bastos, uno de nuestros anfitriones, nieto de Luiz Martins Bastos, el más importante impulsor y símbolo de la Raza Criolla en Brasil, Pancho Madero Marenco, nieto del pintor Eleodoro E. Marenco, artista tradicional que sumó a la belleza y veracidad de su pintura un constante aporte a los usos y costumbres tradicionales, Aparicio Silva Rillo nieto de Aparicio Silva Rillo, poeta, escritor, poeta y autor de numerosas y fundamentales obras gauchescas de gran relevancia del sur de Brasil , y Santiago Flores, nieto de Luis Alberto Flores, soguero, quien revalorizó las labores de los artesanos tradicionales en cuero crudo y transmitió sus conocimientos a las nuevas generaciones. Cuatro nietos que comparten el orgullo y la responsabilidad del legado de sus abuelos.
El domingo todo llegó a su fin. Nos fuimos con profundos sentimientos de hermandad, amistad, respeto, y cercanía de nuestras costumbres tradicionales, cada región con su matiz, pero en lo profundo todo y todos muy cercanos.
Gracias a Angelo, Claudio y Chico y a toda la familia Martins Bastos por su invitación y felicitaciones por la organización y el espíritu que se respira y vive en esos inolvidables días.
¡Hasta la próxima! y ¡Viva la Tradición!